En la primera mitad del año 2013 se celebró una fiesta rociera a la cual acudió -llamada por el organizador- una joven (llamémosla Joana González, en lo sucesivo J.G.) con dos caballos de su propiedad. En un momento dado, J.G. se bajó de uno de ellos y se subió al otro. El que quedaba libre fue ocupado por un espontáneo (llamémosle Javier Sarabia Pinteño, en lo sucesivo J.S.P.), al cual -según la dueña- le dijo que no le daba permiso para subirse y que ante su insistencia en querer montarlo, le manifestó que todo lo que ocurriera sería bajo su responsabilidad. El caso es que J.S.P. no consiguió dominar al caballo y, como resultado, acabaron equino y jinete aterrizando sobre mi coche, el cual estaba correctamente aparcado ya que no se había acotado la zona ni se había anunciado evento alguno.
Siguiendo con la versión de J.G., ésta le manifestó que él (J.S.P.) se haría cargo de los daños ocasionados en el coche, y el jinete así lo asumió. En el momento de los hechos, Miriam y yo nos encontrábamos ausentes, así que de lo ocurrido no nos enteramos hasta horas más tarde. Al parecer el propio J.S.P. reconoció lo sucedido y afirmaba hacerse responsable cuando vió llegar a mi suegro (nos conoce a todos de sobra). Posteriormente, J.S.P. le diría a Miriam que pagaba lo que hubiera que pagar (ella era la intermediaria ya que su nivel de alcohol a mí me impedía entenderle cuando balbuceaba). Sin embargo, otro bocazas (llamémosle Óscar, “El tortugo”) le había dicho que eso tenía fácil arreglo si le dábamos nosotros con un martillo, idea que hizo suya J.S.P. y a lo cual le dije yo categóricamente que no, que lo llevaría a un taller para que me lo arreglasen. J.S.P. estuvo de acuerdo en que lo llevara donde fuera, que él lo pagaría; si no podía todo de una vez, pues en plazos.
Este J.S.P. es un ex-legionario que no tiene un chavo y que está piradísimo, así que "acepté" su idea unilateral del pago fraccionado. Llevé el coche al taller para que me hicieran un presupuesto, el cual asciende a casi 400 euros, el cual presenté al elemento este. No obstante, mis suegros me advirtieron de que no esperase cobrar ni un céntimo de ese personaje, y que me diera por contento si no tenía que acabar pagándole yo a él porque estos tipos se las saben todas y aún encima tienen más suerte que un tonto. Motivado por ellos conseguimos los nombres y teléfonos de contacto del organizador (llamémosle Manuel Gañán, en lo sucesivo M.G.) y de la citada J.G., y comuniqué el accidente a mi compañía aseguradora (Línea Directa); estos me hicieron saber que no era un suceso derivado de la circulación, así que en principio no me lo cubrían pero que por ser un buen cliente abrirían expediente y seguirían el caso, a la espera de que les pasara los datos de la compañía de la otra parte.
Llamé a J.G. y -para resumir- en un principio me dijo que no me preocupara, que tenía un seguro y si el otro no pagaba, daría parte a su compañía aseguradora; mas pasado el tiempo me llamó diciendo que se había informado y que legalmente el responsable era el jinete en ese momento, así que ella no se hacía responsable y que no daría datos de su seguro (el cual, por cierto, lo tenía con una franquicia de 300 euros). Consultándolo con Línea Directa me decían que sí era así. Me puse en contacto con M.G. y dijo que él hablaría con J.G. y ya se pondría en contacto conmigo... A día de hoy este señor no da señales de vida. También hablé con la alcaldesa y me dijo que en fiestas en suelo público se hacía responsable el ayuntamiento salvo en los casos en que había animales, que en tal circunstancia se necesitaba un seguro especial. Los permisos de la fiesta se habían dado a un tercero, e incluía el dichoso seguro. Con todo, la alcaldesa se movió y consiguió que me pasaran una copia del vídeo del incidente, ya que una chica que conoce al pollo en cuestión sabía que iba a liarla y por eso se puso a grabar. En el vídeo se puede ver cómo realmente el que causa los daños en mi coche es el caballo y no el jinete (hasta ese momento teníamos la idea de que era el jinete con su caída el que había hecho el daño, no sabíamos que el caballo también había caído sobre el coche). Con esta prueba nos pusimos en contacto de nuevo con nuestro seguro, los cuales aún así desestimaron la posibilidad de denunciar a la propietaria, alegando que el jinete era el responsable.
Consultándolo con una familiar que es abogada, y aunque no era su campo, dijo que seguramente era tal y como me habían informado, que la responsabilidad era del jinete en ese momento. La dueña sería responsable en el caso de que los caballos estuvieran sin jinete o fuera ella misma. En cualquier caso, sin el apoyo de mi compañía, la cosa iba a salir muy cara si la llevaba yo adelante por mi cuenta.
Por otra vía, de casualidad, alguien nos comunicó que según el artículo 1905 del código civil, el propietario del animal es quien debe responder de los daños que pudiera causar; sin embargo, ni siquiera esto nos sería suficiente porque al parecer quedaría al criterio del juez, lo cual significa no tener la certeza de ganar (...si lo dice el código civil, ¿por qué aún así queda al criterio del juez? A mí que alguien me lo explique...). A todo esto, abrimos una cuenta para que J.S.P. nos fuera haciendo ingresos, sin embargo, no entró ni un céntimo (como habían pronosticado mis suegros). Un día me lo encontré y me dijo que "a ver ahora con el finiquito...". Es decir, había encontrado un trabajo temporal en el propio ayuntamiento (para más inri, ¡tócate las narices!) y no había pagado nada... Ni tiene intención de pagar nada, claro. Comentando esto último con la alcaldesa, me dijo que por vía de este elemento no conseguiría nada ya que no tenía dinero, a lo cual muy cabreado le dije que "pero para estar todo el día en los bares emborrachándose y para carburante sí tiene", a lo cual me dio la razón y me dijo que iba a implicarse ella llamando al organizador del evento para ver qué pasaba con el seguro que supuestamente existía… ¡A día de hoy tampoco tengo noticias de ella!
Y vosotros os preguntaréis... ¿por qué no pones una denuncia contra J.S.P. (cuyos datos, además, quiere mi compañía de seguros, ya que según ellos es contra quien sí podemos actuar)? Por lo dicho anteriormente, este kinki ex-legionario está loco, a parte de ser un borracho, y no nos buscaríamos más que problemas: sabe perfectamente dónde vivimos (de hecho estamos al lado de su bar favorito), así que puede ocasionar todo tipo de daños (hace unos años se había cabreado con el ayuntamiento, se fue al río, cogió cantos y los lanzó contra los cristales, librándose por los pelos una funcionaria de recibir al menos un impacto… ¡y se le ‘premia’ dándole trabajo en el propio ayuntamiento!). También conoce nuestros coches, etc... Y, por supuesto, como no tiene ni un duro, nunca cobraríamos nada. Para colmo, la alcaldesa tiene sus propios graves problemas judiciales y -aun encima- se acaba de separar del marido, marchándose a vivir a otro lugar, donde ha montado una empresa, con lo cual pillarla por el ayuntamiento es complicadísimo.
A fecha de hoy, ahí sigue mi coche sin arreglar y aquí nadie se hace responsable; el único que ha salido perdiendo he sido yo, que además he invertido mucho dinero en llamadas telefónicas y demasiado tiempo para nada, amen de los quebraderos de cabeza. Aun encima tenemos que aguantar al J.S.P. 'voceando' en la terraza del bar a horas que incluso nos despierta al pequeño. Por cierto, la “simpática” de la J.G. llegó a decirle a Miriam que –literalmente-: “la culpa es vuestra por no tener el coche a todo riesgo”... Voy a acabar aquí mi crónica porque me estoy calentando…
Este J.S.P. es un ex-legionario que no tiene un chavo y que está piradísimo, así que "acepté" su idea unilateral del pago fraccionado. Llevé el coche al taller para que me hicieran un presupuesto, el cual asciende a casi 400 euros, el cual presenté al elemento este. No obstante, mis suegros me advirtieron de que no esperase cobrar ni un céntimo de ese personaje, y que me diera por contento si no tenía que acabar pagándole yo a él porque estos tipos se las saben todas y aún encima tienen más suerte que un tonto. Motivado por ellos conseguimos los nombres y teléfonos de contacto del organizador (llamémosle Manuel Gañán, en lo sucesivo M.G.) y de la citada J.G., y comuniqué el accidente a mi compañía aseguradora (Línea Directa); estos me hicieron saber que no era un suceso derivado de la circulación, así que en principio no me lo cubrían pero que por ser un buen cliente abrirían expediente y seguirían el caso, a la espera de que les pasara los datos de la compañía de la otra parte.
Llamé a J.G. y -para resumir- en un principio me dijo que no me preocupara, que tenía un seguro y si el otro no pagaba, daría parte a su compañía aseguradora; mas pasado el tiempo me llamó diciendo que se había informado y que legalmente el responsable era el jinete en ese momento, así que ella no se hacía responsable y que no daría datos de su seguro (el cual, por cierto, lo tenía con una franquicia de 300 euros). Consultándolo con Línea Directa me decían que sí era así. Me puse en contacto con M.G. y dijo que él hablaría con J.G. y ya se pondría en contacto conmigo... A día de hoy este señor no da señales de vida. También hablé con la alcaldesa y me dijo que en fiestas en suelo público se hacía responsable el ayuntamiento salvo en los casos en que había animales, que en tal circunstancia se necesitaba un seguro especial. Los permisos de la fiesta se habían dado a un tercero, e incluía el dichoso seguro. Con todo, la alcaldesa se movió y consiguió que me pasaran una copia del vídeo del incidente, ya que una chica que conoce al pollo en cuestión sabía que iba a liarla y por eso se puso a grabar. En el vídeo se puede ver cómo realmente el que causa los daños en mi coche es el caballo y no el jinete (hasta ese momento teníamos la idea de que era el jinete con su caída el que había hecho el daño, no sabíamos que el caballo también había caído sobre el coche). Con esta prueba nos pusimos en contacto de nuevo con nuestro seguro, los cuales aún así desestimaron la posibilidad de denunciar a la propietaria, alegando que el jinete era el responsable.
Consultándolo con una familiar que es abogada, y aunque no era su campo, dijo que seguramente era tal y como me habían informado, que la responsabilidad era del jinete en ese momento. La dueña sería responsable en el caso de que los caballos estuvieran sin jinete o fuera ella misma. En cualquier caso, sin el apoyo de mi compañía, la cosa iba a salir muy cara si la llevaba yo adelante por mi cuenta.
Por otra vía, de casualidad, alguien nos comunicó que según el artículo 1905 del código civil, el propietario del animal es quien debe responder de los daños que pudiera causar; sin embargo, ni siquiera esto nos sería suficiente porque al parecer quedaría al criterio del juez, lo cual significa no tener la certeza de ganar (...si lo dice el código civil, ¿por qué aún así queda al criterio del juez? A mí que alguien me lo explique...). A todo esto, abrimos una cuenta para que J.S.P. nos fuera haciendo ingresos, sin embargo, no entró ni un céntimo (como habían pronosticado mis suegros). Un día me lo encontré y me dijo que "a ver ahora con el finiquito...". Es decir, había encontrado un trabajo temporal en el propio ayuntamiento (para más inri, ¡tócate las narices!) y no había pagado nada... Ni tiene intención de pagar nada, claro. Comentando esto último con la alcaldesa, me dijo que por vía de este elemento no conseguiría nada ya que no tenía dinero, a lo cual muy cabreado le dije que "pero para estar todo el día en los bares emborrachándose y para carburante sí tiene", a lo cual me dio la razón y me dijo que iba a implicarse ella llamando al organizador del evento para ver qué pasaba con el seguro que supuestamente existía… ¡A día de hoy tampoco tengo noticias de ella!
Y vosotros os preguntaréis... ¿por qué no pones una denuncia contra J.S.P. (cuyos datos, además, quiere mi compañía de seguros, ya que según ellos es contra quien sí podemos actuar)? Por lo dicho anteriormente, este kinki ex-legionario está loco, a parte de ser un borracho, y no nos buscaríamos más que problemas: sabe perfectamente dónde vivimos (de hecho estamos al lado de su bar favorito), así que puede ocasionar todo tipo de daños (hace unos años se había cabreado con el ayuntamiento, se fue al río, cogió cantos y los lanzó contra los cristales, librándose por los pelos una funcionaria de recibir al menos un impacto… ¡y se le ‘premia’ dándole trabajo en el propio ayuntamiento!). También conoce nuestros coches, etc... Y, por supuesto, como no tiene ni un duro, nunca cobraríamos nada. Para colmo, la alcaldesa tiene sus propios graves problemas judiciales y -aun encima- se acaba de separar del marido, marchándose a vivir a otro lugar, donde ha montado una empresa, con lo cual pillarla por el ayuntamiento es complicadísimo.
A fecha de hoy, ahí sigue mi coche sin arreglar y aquí nadie se hace responsable; el único que ha salido perdiendo he sido yo, que además he invertido mucho dinero en llamadas telefónicas y demasiado tiempo para nada, amen de los quebraderos de cabeza. Aun encima tenemos que aguantar al J.S.P. 'voceando' en la terraza del bar a horas que incluso nos despierta al pequeño. Por cierto, la “simpática” de la J.G. llegó a decirle a Miriam que –literalmente-: “la culpa es vuestra por no tener el coche a todo riesgo”... Voy a acabar aquí mi crónica porque me estoy calentando…
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