Chiste por cortesía de Arancha Verdú Marín
Dos monjas salieron del convento a vender galletas. Una era la Hermana Matemática (M), y otra la Hermana Lógica (L)
M - Está empezando a caer la noche, y aún estamos muy lejos del convento.
L - Hermana, ¿se ha dado cuenta de que nos sigue un hombre hace media hora?
M - Sí, ¿y qué será lo que quiere?
L - Es lógico. Nos querrá violar.
M - ¡Dios Mío! Calculo que si continuamos caminando a este ritmo, nos alcanzará dentro de 15 minutos. ¿Qué podemos hacer?
L - La única cosa lógica que podemos hacer es caminar más rápido.
M - ¡¡¡No está funcionando!!!
L - ¡Claro que no! Él hizo la única cosa lógica que se podía hacer: comenzó también a caminar más rápido.
M - Y ahora, ¿qué vamos a hacer? Nos alcanzará en un minuto...
L - La única cosa lógica que podemos hacer es separarnos. Usted vaya por aquel lado y yo por este otro. No podrá seguirnos a las dos.
Entonces, el hombre decidió seguir a la Hermana Lógica. La Hermana Matemática llegó al convento, preocupada de lo que pudiera haberle ocurrido a la Hermana Lógica. Al cabo de un rato, llegó la Hermana Lógica.
M - ¡Hermana Lógica! ¡¡¡Gracias a Dios que llegó usted!!! Cuénteme qué ocurrió.
L - Ocurrió lo lógico. El hombre no podía seguir a las dos, por lo que optó por seguirme a mí.
M - ¿Y qué ocurrió después?
L - Lo lógico... Yo comencé a correr lo más rápido que pude, y él también.
M - ¿Y?
L - De nuevo lo lógico: me alcanzó.
M - ¡Dios Mío! ¿Y qué hizo Vd.?
L - Hice lo lógico: ¡Me levanté el hábito!
M - ¡¡¡Dios Mío, Hermana!!! ¿Y qué hizo el hombre?
L - Él también hizo lo lógico... ¡¡¡Se bajó los pantalones!!!
M - ¡Oh, no! ¿Qué ocurrió después?
L - Acaso no es obvio, ¿Hermana? Una monja con el hábito levantado corre más que un hombre con los pantalones bajados.
M - Está empezando a caer la noche, y aún estamos muy lejos del convento.
L - Hermana, ¿se ha dado cuenta de que nos sigue un hombre hace media hora?
M - Sí, ¿y qué será lo que quiere?
L - Es lógico. Nos querrá violar.
M - ¡Dios Mío! Calculo que si continuamos caminando a este ritmo, nos alcanzará dentro de 15 minutos. ¿Qué podemos hacer?
L - La única cosa lógica que podemos hacer es caminar más rápido.
M - ¡¡¡No está funcionando!!!
L - ¡Claro que no! Él hizo la única cosa lógica que se podía hacer: comenzó también a caminar más rápido.
M - Y ahora, ¿qué vamos a hacer? Nos alcanzará en un minuto...
L - La única cosa lógica que podemos hacer es separarnos. Usted vaya por aquel lado y yo por este otro. No podrá seguirnos a las dos.
Entonces, el hombre decidió seguir a la Hermana Lógica. La Hermana Matemática llegó al convento, preocupada de lo que pudiera haberle ocurrido a la Hermana Lógica. Al cabo de un rato, llegó la Hermana Lógica.
M - ¡Hermana Lógica! ¡¡¡Gracias a Dios que llegó usted!!! Cuénteme qué ocurrió.
L - Ocurrió lo lógico. El hombre no podía seguir a las dos, por lo que optó por seguirme a mí.
M - ¿Y qué ocurrió después?
L - Lo lógico... Yo comencé a correr lo más rápido que pude, y él también.
M - ¿Y?
L - De nuevo lo lógico: me alcanzó.
M - ¡Dios Mío! ¿Y qué hizo Vd.?
L - Hice lo lógico: ¡Me levanté el hábito!
M - ¡¡¡Dios Mío, Hermana!!! ¿Y qué hizo el hombre?
L - Él también hizo lo lógico... ¡¡¡Se bajó los pantalones!!!
M - ¡Oh, no! ¿Qué ocurrió después?
L - Acaso no es obvio, ¿Hermana? Una monja con el hábito levantado corre más que un hombre con los pantalones bajados.
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