Una noche de fiesta, Saray y yo nos "descolgamos" del nutrido grupo que presenciábamos la actuación de una orquesta para tomarnos un refrigerio.
A los pocos metros vimos un bar que en uno de sus carteles rezaba "bocadillos de jamón". Como no habíamos cenado mucho (menos de media docena de pinchos, algunos de ellos incluso los compartimos) nos resultó atractiva la idea, así que entramos en el local para pedir nuestras consumiciones.
Tras la barra sólo había un camarero que en ese momento se disponía a preparar lo que le ordenaba otro camarero, este era el encargado de la terraza. Mientras, Saray y yo estábamos decidiendo si íbamos a pedir los supuesto bocadillos o no, y digo supuestos porque realmente eran una suerte de pan tumaca catalana.
En eso estábamos cuando fuimos conscientes de una discusión entre ambos camareros. El encargado de la terraza, de origen sudamericano, le estaba pidiendo una serie de cosas de las cuales alguna o algunas de ellas el de detrás de la barra (centro-europeo) no acababa de entender. Hasta 6 veces repitió lo mismo el sudamericano, y la verdad es que tampoco Saray y yo entendíamos lo que decía en su totalidad (algo así como... "y aprovechas el vaso para el hielo no sé qué..."). Después de un rato parece que al fin lo comprendió (afortunado él, ya que nosotros estábamos en la inopia), y le espetó al otro: "Eso se pide tal y tal, me has hecho perder el tiempo". La contestación del sudamericano no se hizo esperar: "Se ha enterado todo el bar menos tú" (lo cual no era cierto), y a continuación un parroquiano diría en tono jocoso: "Las órdenes claras y concisas". La mayor parte de los presentes o bien nos reímos o esbozamos una generosa sonrisa...
Quizá eso no le sentó del todo bien al centro-europeo ya que a continuación, cuando nos vino a atender, Saray le dijo: "Dos Coca-Cola light con Cacique"; parecía que lo había entendido a la primera... empezó a servirnos las cokes, pero -avispados nosotros- nos dimos cuenta de que en los vasos en que nos estaba sirviendo no le iba a caber el Cacique (ya casi rebosaba la Coca-Cola). Así se lo advertimos, y entonces nos replica: "ahora va el Cacique". Como nos temíamos que iba a ponerlo en otro vaso, le avismos que era todo junto. Quedó muy sorprendido y nos dijo que le habíamos pedido 2 Coca-Colas y 1 Cacique. Le repetimos lo que le habíamos pedido y entonces exclama: "¡Eso se pide 2 cubatas de Coca-Cola y Cacique!". Ante lo cual le dijimos muy diplomáticamente que se lo aplicara a modo de enema y acto seguido abandonamos el lugar muy dignos.
Tras la barra sólo había un camarero que en ese momento se disponía a preparar lo que le ordenaba otro camarero, este era el encargado de la terraza. Mientras, Saray y yo estábamos decidiendo si íbamos a pedir los supuesto bocadillos o no, y digo supuestos porque realmente eran una suerte de pan tumaca catalana.
En eso estábamos cuando fuimos conscientes de una discusión entre ambos camareros. El encargado de la terraza, de origen sudamericano, le estaba pidiendo una serie de cosas de las cuales alguna o algunas de ellas el de detrás de la barra (centro-europeo) no acababa de entender. Hasta 6 veces repitió lo mismo el sudamericano, y la verdad es que tampoco Saray y yo entendíamos lo que decía en su totalidad (algo así como... "y aprovechas el vaso para el hielo no sé qué..."). Después de un rato parece que al fin lo comprendió (afortunado él, ya que nosotros estábamos en la inopia), y le espetó al otro: "Eso se pide tal y tal, me has hecho perder el tiempo". La contestación del sudamericano no se hizo esperar: "Se ha enterado todo el bar menos tú" (lo cual no era cierto), y a continuación un parroquiano diría en tono jocoso: "Las órdenes claras y concisas". La mayor parte de los presentes o bien nos reímos o esbozamos una generosa sonrisa...
Quizá eso no le sentó del todo bien al centro-europeo ya que a continuación, cuando nos vino a atender, Saray le dijo: "Dos Coca-Cola light con Cacique"; parecía que lo había entendido a la primera... empezó a servirnos las cokes, pero -avispados nosotros- nos dimos cuenta de que en los vasos en que nos estaba sirviendo no le iba a caber el Cacique (ya casi rebosaba la Coca-Cola). Así se lo advertimos, y entonces nos replica: "ahora va el Cacique". Como nos temíamos que iba a ponerlo en otro vaso, le avismos que era todo junto. Quedó muy sorprendido y nos dijo que le habíamos pedido 2 Coca-Colas y 1 Cacique. Le repetimos lo que le habíamos pedido y entonces exclama: "¡Eso se pide 2 cubatas de Coca-Cola y Cacique!". Ante lo cual le dijimos muy diplomáticamente que se lo aplicara a modo de enema y acto seguido abandonamos el lugar muy dignos.
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