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Diógenes, el cínico



Datos y anécdotas de este famoso filósofo.


Filósofo griego del siglo IV a.C., máximo representante de la escuela cínica.
Los cínicos vivían con las únicas pertenencias que pudieran "salvar en caso de naufragio", así Diógenes vivía dentro de un tonel. La leyenda cuenta que se deshizo de todo lo que no era indispensable, incluso abandonó su escudilla cuando vio que un muchacho bebía agua en el hueco de las manos.
Diógenes caminaba por las calles de Atenas a plena luz del día con una lámpara encendida buscando un hombre honesto, y afirmaba no haber encontrado a ninguno.
Buscando a un hombre honesto
En una ocasión que viajó a Aegina fue secuestrado por unos piratas que le llevaron a Creta, donde fue puesto como esclavo. Le preguntaron qué era lo que sabía hacer y contestó: "mandar, comprueba si alguien quiere comprar un amo". Finalmente fue comprado por Xeniades de Corinto, quien le devolvió la libertad.
Una de sus frases más célebres es la siguiente: "Debemos tener buenos amigos que nos enseñen lo bueno, y perversos y crueles enemigos que nos impidan obrar mal".
Estas son algunas de sus anécdotas:
Alejandro Magno le visitó un día, encontrándole tumbado tomando el sol. Al ofrecerle, como rey de Macedonia, cualquier cosa que deseara, el sabio sólo le pidió que se apartara porque le tapaba el sol. Esta anécdota pretende reflejar claramente que el sabio no necesita nada de los poderosos, que está por encima de las riquezas materiales y de la ambición del poder.
Un día que estaba cenando lentejas le vio el filósofo Aristipo, quien vivía confortablemente a base de adular al rey. Le dijo Aristipo: "Si aprendieras a ser sumiso al rey, no tendrías que comer esa basura de lentejas". A lo que replicó Diógenes: "Si hubieras tú aprendido a comer lentejas, no tendrías que adular al rey".
Un filósofo sofista afirmaba que el movimiento no existía. Diógenes contestó que si se lo demostraba, lo creería, y el filósofo empezó a desarrollar complicados argumentos. Diógenes, que lo escuchaba sentado, se levantó y dijo: "Tú no me has demostrado nada y , sin embargo, yo te voy a demostrar que el movimiento sí existe". Y echó a andar. (De ahí procede el proverbio "el movimiento se demuestra andando").
Pidiendo limosna
Lo encontraron un día frente a una estatua, con la mano extendida como si pidiera limosna. Le preguntaron en burla:
- ¿Pides limosna a una estatua?
- Sí.
- ¿Crees que te la dará?
- No. No pido para que me la dé, sino para acostumbrarme a que no me den.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El síndrome de Diógenes, no son personas que guardan de todo en su casa? hasta basura? :D

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