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Diálogos en la cocina (acto único)



Esto es algo que escribió mi padre cuando mi primo, mi hermano y yo éramos unos mingurrias...


DIÁLOGOS EN LA COCINA

-ACTO ÚNICO-


(En donde se demuestra que ni todas las hermanas mayores pasan hambre ni todos los padres son perfectos)


LUGAR: Cocina del 7º piso.

HORA: La de merendar.

EN ESCENA: Eduardo, de 2 años; Guillermo, de 5 años “veteranos”; Teo Luis, de 5 años “novatos”; Yo, de más.




Comienza a hablar Teo Luis, entre mordisco y mordisco a su bocadillo de chorizo.

TEO LUIS.- ¡Mi hermana Luján es más bestia! ¡Jo! Se hace los bocadillos con tomate, salsa de tomate, chorizo, jamón, tortilla, huevo... ¡Jo!... Con todo lo que le gusta ¡hasta con pan!

Continúa Teo Luis en el uso de la palabra, ya que Guillermo, masticando al mismo tiempo un bocadillo de foie-gras y otro de queso, no tiene oportunidad de meter baza en la conversación; y en cuanto a Eduardo parece mucho más interesado en cuál pueda ser la mejor manera para introducirse en el horno de la cocina que en los experimentos culinarios de su prima y madrina.

Un poco defraudado, porque no ha conseguido impresionar a ninguno de los presentes, Teo Luis decide cambiar de tema.

TEO LUIS.- Oye, Guiller. ¡Si vieras qué bien limpia el pescado mi madre! ¡Jo! Pero mi padre es muy malo, malísimo, limpiándolo.

Guillermo, de pie sobre la mesa de la cocina, salta al suelo con los brazos en alto (protegiendo sus dos bocadillos), con lo que parece un torero en el momento de ir a ponerle un par de banderillas al toro, y decide que ya es hora de que comience a defender el honor de su progenitor; de manera que asegura tajantemente:

GUILLERMO.- Pues mi padre no sabe sacar las espinas al pescado.

En este momento intervengo yo en la conversación, mientras continúo luchando para evitar con una mano que el pequeño se meta dentro del horno, y con la otra que el trozo de plátano salga fuera de su boca.

YO.- ¿Y mamá sabe sacar bien las espinas, Guiller?

GUILLERMO.- Sí, ella las saca muy bien.

Raspa de pescado


YO.- ¡Ay! ¡Condenado bichito!

La exclamación no es contra Guillermo, sino contra Eduardo, quien me ha clavado los dientes en los dedos al introducirle en la boca el final del plátano. Viendo su expresión de inocencia, decido otorgarle el beneficio de la duda y creer que ha sido debido a un error en el cálculo de la distancia; por lo que, reponiéndome un tanto, prosigo, dirigiéndome a los dos mayores.

YO.- Entonces ambos estáis diciendo lo mismo: Que los papás no sabemos limpiar el pescado, y que en cambio las mamás lo hacen estupendamente.

Teo Luis le da otro mordisco a su bocadillo y, tras meditar breves instantes, llega a una conclusión trascendental.

TEO LUIS.- ¡Claro! Es que son del mismo corazón ¡Jo!




Hay que explicar que tanto mi tía como mi madre son hermanas, al igual que mi padre y mi tío son hermanos, de ahí la expresión 'son del mismo corazón'.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

que tierno edi :)
te proyecté adiciendo esas cosas :)

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