Para hoy una reflexión sobre las estadísticas de José Ángel Otero Ricart, periodista del periódico Faro de Vigo...
Hay mentiras, grandes mentiras y... estadísticas. Es un dicho malicioso, pero cierto. Las estadísticas son el mejor recurso para engañar a los demás e incluso para engañarnos a nosotros mismos. Conviene tener mucho cuidado con ellas; a veces no sabemos quién las encarga, pero seguro que las carga el diablo.
El margen de error de las encuestas de opinión suele ser muy poco marginal. Además, una vez publicado el sondeo, los resultados se distorsionan: siempre hay quien se apunta al final a lo que piensa la mayoría. Por si esto fuera poco, el 70 por ciento de las estadísticas son falsas... lo leí en una estadística.
En tiempos de crisis, las estadísticas proliferan como las setas bajo la lluvia. No hay debate o coloquio en el que no afloren los resultados del último sondeo de opinión o los datos socio-económicos del mes. A falta de argumentos, buenas son cifras. Las estadísticas son la muleta del político, la panacea del sociólogo, la justificación del burócrata. Lo mismo sirven para un roto político que para un descosido económico.
Pero lo grave del asunto llega cuando se recurre a las estadísticas para justificar una determinada conducta. No contentos con utilizarlas como termómetro, las elevamos a la categoría de ley. Poco a poco hemos ido olvidando que hay cosas que están bien o mal con independencia del número de personas que las hagan. Y así, hemos llegado a convertir en realidad al viejo eslogan: "Un millón de moscas no pueden equivocarse: coma m...".
A falta de principios, de valores, nos amparamos en las cifras de las encuestas para justificar lo injustificable. Así, por ejemplo, ya no se discute si la eutanasia es algo bueno o algo malo, tan sólo se nos dice el porcentaje de españoles que está a favor o en contra.
Nos encontramos ante la dictadura de los números, ante la verdad por plebiscito. Que la mayoría dice que la nieve es negra, pues a partir de ahora es negra y ya está. Así todo es más fácil. Tan sólo hay un pequeño problema: "Aunque cincuenta millones de personas digan una estupidez, sigue siendo una estupidez".
José Ángel Otero Ricart
Para acabar os recordaré dos citas relacionadas con la columna anterior:
"La estadística es la primera de las ciencias inexactas"
(Edmond de Goncourt).
"Sólo me fío de las estadísticas que he manipulado"
(Winston Churchill).
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