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Yosi el Suave



La Galicia oficial, la de la Xunta, la de los conselleiros, los directores de los periódicos, la Galicia del parlamentiño, las autovías que no llegan, la de las terracitas, la de la playa, la del marisco, la de la romería, la de la vieira, la empanada, el mejillón, el arroz con chícharos, patacas novas, repolo de Betanzos e máis cebolas desconoce quién es José Manuel Domínguez "Yosi", al que le decimos El Suave, y ya verán por qué. En cambio, los jevys, los gallegos de la cerveza al litro, las madrugadas metálicas, el cuero negro, la melena al viento, el sudor en la frente, la chavalada combativa y generosa le tiene por el monarca legítimo del rock and roll acá por estas partes, el sur del Noroeste, porque Yosi fue quien primero que nadie proclamó que "En Orense suena el rock por todos los rincones", y tuvo razón.


José "Yosi" Domínguez es el líder, el alma, el corazón, el páncreas, los riñones, la vejiga de "Los Suaves", el mejor grupo de rock duro de toda la Historia de los celtas de Breogán, casi un mito, que ha bromeado en negro con su muerte y por eso se hizo retratar cadáver en la carátula de su último disco de Larga Duración, "Malas noticias", donde, abandonado por una mujer canta con despecho, le grita al grito con su voz apagada por lo que hizo famosa a Escocia, a la chica que "se marchó, me dejó, estar solo... ¡es mejor!" aunque recuerde, eso sí que no lo puede olvidar: "lo tenía más caliente que las puertas del infierno".


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¿Me van siguiendo?

La leyenda persigue a Yosi pero no se deja atrapar fácilmente. Como anduvo empleado de oficinista, peleando con las máquinas de escribir atestados de la Policía Nacional, sus detractores, viles envidiosos, le acusan de ser un espía del Cuerpo que se dedica a vigilar a los sospechosos, a las "gentes de mal vivir", que se pasan de rosca en sus conciertos: mentira cochina. Quien más se pasa en un in live de Los Suaves es el mismísimo Yosi, que se entrega en cuerpo y alma a los colegas de sangre y acaba sus bravas sesiones lanzándose como una bala desde el escenario a los brazos de la peña de la primera fila, gente legal que nunca le falla, que se sepa, pues jamás se ha espanzurrado contra el suelo en una de ésas. Y es que un concierto de Los Suaves es mucho, que se lo pregunten a la España brava, la del Norte, la del Sur, la del Este y la del Oeste, que llena los pabellones polideportivos, las macrosalas, lo que sea, lo llena hasta los topes porque allí arriba alumbran de frente los focos y tocan estos Suaves que comenzaron sus andaduras advirtiendo: "Esta vida me va a matar". Eran los tiempos en que ensayaban en una destartalada casa de las afueras de Ourense, aquel local que casi se venía abajo cuando se enchufaban las guitarras para preparar la próxima gira, y los vecinos alucinados.

La historia de Los Suaves empezó en el cuarto de juegos de los hermanos Domínguez, también en el dormitorio, donde cada cual se contaba sus ilusiones. Juntos los tres brother comparecieron en los primigenios conciertos (¡Ay, aquel día glorioso con Los Ramones en A Coruña!), en el disco de debut, pero de tres hermanos, el pequeño se fue, y se quedaron Yosi y Charly, el bajo/bajista que mejor sabe contar chistes de todo el rock mundial.

Yosi bromea, también, en los bares de Ourense entre cubatas de güisqui; tiene unas malditas ganas de ser un maldito, jamás concede entrevistas, le dedicó un LP entero al "Frankenstein" de Mary Shelley, una canción a los chorbos que se mueren en la carretera ("Mártires del rock and roll"), otras al desamor, unas cuantas al odio o a la nostalgia de lo que pudo haber sido y no fué, al "Siempre igual", una más a John Lennon, y todas, a la peña que está con él: la que "se caga en ostia" y blasfema, "Maldita sea mi suerte", por el morro de la botella. No te preocupes Yosi, que el día que te mueras, te haremos caso, ese día "pensaremos en tí", lo mismo que hoy le escupimos a la chati que nos acaba de dar el palo y se ha colgado del guaperas de turno: "Sigue tú por tu camino, que yo me iré por el contrario". José Manuel "Yosi", camarada, el filósofo, el poeta, la cáscara amarga, la soga, el patíbulo... una auténtica especie, una especie auténtica que sobrevuela en una ciudad llamada Perdición.


Publicado en Faro de Vigo en el año 1994.



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